COMPROMISO: UN VALOR, UNA
VIRTUD.
En las Artes Marciales en
general, los esfuerzos se centran en la enseñanza de una serie de valores que
desafortunadamente tienden a desaparecer en otras facetas de la vida cotidiana.
Palabras que suenan a película antigua
y que, incluso, nos llaman la atención en un mundo competitivo que lo devora
todo, donde la amistad, el respeto o el compañerismo se compra y se vende como
una mercancía.
Por suerte, existe un pequeño
grupo de personas que creen en estos
valores y que dedican su tiempo a difundirlos con la esperanza de que, por lo
menos, en su Dojo, ese pequeño recinto
sagrado de entrenamientos, sean respetados,
pero sobre todo que también lo sean fuera de él. La intención es llegar
a ser mejores personas a través del entrenamiento.
Aunque parezca lo contrario, no
sólo entrenamos nuestro físico, sino también nuestra parte mental. Podemos
llegar a conseguir una técnica muy depurada, estética, armoniosa y bonita
físicamente, pero debemos saber que todo proviene del mismo centro neurálgico.
Educamos y enseñamos a nuestro
cerebro a través del entrenamiento. Por desgracia los humanos somos seres
racionales, pero muy torpes. En cuanto dejamos de entrenar, nuestro cerebro (y
nuestro físico) entran en declive. Y aquí es donde entra en juego el compromiso y la constancia.
Compromiso; bonita palabra que
algunos utilizan sin ningún escrúpulo y
que luego desaparecen del mapa sin ningún síntoma de arrepentimiento. No creo que
haya que ser de una sangre especial para practicar un Arte Marcial, pero sí que
el único camino para conseguir
resultados es el del entrenamiento. Llamadlo amor propio, fuerza de voluntad,
intención de mejorar aunque sea en algo...
Es difícil entender cómo aquéllas
personas que estaban a tu lado, que quieren ir a todas las competiciones (y ganarlas,
claro), te exigen más horas de entrenamiento pero luego no
asisten a los entrenamientos especiales para preparar competiciones, intentan marcar el ritmo de la clase, se quejan
porque el tatami no les gusta, porque hace frío, porque hace calor, porque son
fiestas, y de
repente...nada de nada. En fin, creo que todos hemos conocido a alguna.
Aquéllos que llegan a entrenar
con la ropa del trabajo sin apenas haber pasado por casa para no faltar a
clase. Los que llegan tarde, pero llegan, porque han tenido un imprevisto o un
contratiempo, los que están estudiando pendientes del reloj para ver cuánto
falta para entrenar y desfogarse, los que caen mal y se hacen daño, pero se
levantan y piden que les proyecten otra vez para mejorar su caída, aquéllos que
entrenan con rodilleras, dedos atados con esparadrapo, o necesitan su chorrito
de réflex antes de empezar, los que se limpian el sudor con la manga y al final
terminan haciéndolo con el faldón del kimono porque está un poco más seco, los
que aprietan los dientes en las abdominales para hacer una más, los que no
necesitan demostrarle a nadie que han mejorado porque sólo necesitan saberlo
ellos mismos, los que no pueden entrenar por una pequeña lesión pero no faltan
a clase aunque sea para aprender mirando, los que se saben nombres de técnicas
que todavía no hemos visto o los que quieren aprender el nombre de la que
acabamos de practicar.
Todas estas personas son
especiales y tienen un compromiso, pero no con nosotros, sino con ellos mismos.
Los demás ya forman parte del pasado, no los olvidaremos y siempre
tendrán las puertas abiertas. Pero nosotros seguiremos avanzando constantes, sin prisa pero sin pausa, en nuestro camino.
“Vamos a hacerlo contigo o
sintigo.”
Iván García Sánchez
Muy bueno
ResponderEliminarMuchas gracias Juan, me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarUn saludo y nos vemos pronto.
ma llegao al alma, buen y profundo pensamiento Ivan.
ResponderEliminarNos vemos en los tatamis.
Ivan buen articulo y gran reflexión.
ResponderEliminary yo reflexiono sobre todo esto, te lo puedo asegurar.
Como sabéis, estos valores se pueden extrapolar a cualquier otro aspecto de la vida. Es por éso que las Artes Marciales forman íntegramente a las personas; física y mentalmente.
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