Karate y Autodefensa
“No todo el Karate es autodefensa y no toda la autodefensa
es Karate”
Que el Karate sirve para
defenderse es una obviedad. La pregunta que surge es ¿defenderse de qué, de
quién y cómo lo hacemos?
Si tras unos años de
entrenamiento, hubiéramos conseguido adquirir la habilidad de poder derribar a
un adversario de un solo golpe (kime-waza), o más aún; la capacidad de matarlo
(ikken hissatsu) ¿habríamos cumplido nuestro objetivo?
¿Es ese el objetivo marcial
último? De ser así, deberíamos conceder altos grados a delincuentes habituales,
a sicarios sin escrúpulos o a asesinos en serie, pues habrían demostrado su
capacidad de hacer daño sin ningún género de duda.
Si ya eres cinturón negro de
karate, o posees varios danes, enhorabuena, lo has conseguido. ¿Y ahora qué? Si
aspiras a algo más, enhorabuena también; pues ello te permitirá seguir
aprendiendo y mejorando.
Creo que es importante establecer
cuáles son los objetivos marciales (propios o de nuestro sistema) para saber
dónde nos encontramos, a dónde queremos ir y qué tenemos que hacer para
conseguirlo.
Con frecuencia nos conformamos
con divulgar las virtudes de nuestro estilo (que siempre ha de ser mejor que
todos los demás) en la creencia de que si nosotros practicamos ese estilo, que
es el mejor, estaremos en disposición de ser los mejores (si es que ya no lo
somos)
Aunque eso fuera cierto, una cosa
son las posibilidades y otra bien distinta las habilidades. Una cosa es que
tengamos el teléfono móvil de última generación, con todos los adelantos
técnicos habidos y por haber (el karate); y otra cosa bien distinta es que
sepamos sacarle partido a toda esa tecnología (nuestra capacidad). Es fácil
comprobar que la mayoría solo realizan llamadas y envían mensajes de texto,
independientemente de las posibilidades del aparato.
El Karate es sin duda un arte
marcial extraordinariamente versátil. Los Kata están llenos (sobre todo los de
Naha-Te) no solo de atemi, sino también de derribos, luxaciones y un sinfín de
técnicas más allá de las utilizadas en Ju-Kumite o Shiai-Kumite. No debemos
preguntarnos cuántas cosas es capaz de hacer el Karate, sino, cuántas cosas
somos capaces de hacer nosotros.
¿De veras sabemos golpear? O
sabemos hacer Gyaku-Zuki y Mawashi-Geri. ¿Qué pasa con los Ate-Waza (codazos, rodillazos,
cabezazos)? Sabemos que existen, pero ¿los dominamos? ¿Y las luxaciones y
derribos y estrangulaciones? ¿Forman parte del karate o los consideramos como
un añadido externo al karate que debemos rechazar?
Quizás solo debamos contemplar
como “propias” las escasas y esteriotipadas aplicaciones que con poca
frecuencia y escaso acierto realizamos en algunos Bunkai.
Si entendemos que ya sabemos
derribar a un adversario de un solo golpe, o incluso matarlo…
¿Nos interesa saber llegar a
controlar a un adversario sin hacerle daño?
¿Nos conviene conocer estrategias
para evitar conflictos?
¿Somos capaces de evitar una
pelea aun sabiendo que podemos ganarla?
¿Tenemos habilidades de
comunicación que nos permitan enfrentarnos a la violencia verbal?
¿Somos capaces de ganar sin
pelear?
¿Es necesario que nos enfrentemos
a los conflictos con la única expectativa de ganar, o existen otras
alternativas?
Hace tiempo me surgieron una
serie de preguntas (además de las expuestas) que me motivaron al estudio y
entrenamiento de otras habilidades, que cuando comencé a estudiar karate, pensé
que irían implícitas en la práctica pero que la experiencia me ha demostrado
que no necesariamente.
Preguntas como:
¿Todos quienes quieren agredirme son enemigos
peligrosos?
¿Cómo debo considerar a un borracho
impertinente?
¿Y a una señora histérica?
¿Y a un adolescente insolente?
¿Y a un vecino quisquilloso?
¿Y a jefe manipulador?
O estas otras:
¿Todos quienes me agreden, lo hacen lanzándome
un puñetazo a la cara?
¿Cómo debo considerar entonces a quien me
empuja?
¿Y al que me zarandea?
¿Y al que me escupe?
¿Y al que me insulta?
¿Y al que me amenaza?
¿Y al que te grita?
¿Y al que se burla?
¿Y al que critica injustamente?
¿Y al que desprecia?
¿Y al que ignora?
¿Es porque no me ha pasado nunca que creo que
nunca va a pasarme a mí?
¿Es que todos deben saber que puedo hacerles
mucho daño si me enfadan lo suficiente?
¿Y si es así de qué forma se lo debo hacer
saber?
¿Cómo debo enfrentarme a esos agresores y como
responder a esas agresiones?
¿Es el perfecto Gyaku-Zuki la solución
universal para toda esa variedad de agresiones, agresores y situaciones?
José
Luis Prieto Méndez
CN-7º Dan de karate, CN 5º Dan de Goshin
CN 3er Dan e Kobudo, CN 2º Dan de Tai
Jitsu
www.goshinkai.es
Muchas veces, mi hijo, mis sobrinos, los niños pequeños de mi entorno me preguntan que por qué hacemos artes marciales si no es para luchar. Yo siempre les respondo los mismo; "Lo aprendemos para no tener que usarlo". Espero que algún día lo entiendan.
ResponderEliminarJuanma